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SEMBLANZA
El Padre Miguel Agustín pro Juárez, fue un hombre simpático y sonriente que hacía reír a todo el mundo. Con gran respeto y amor a las personas así como a las cosas sagradas, hacía bromas y se reía de todo. Llegaba a parecer hasta pícaro y, en ocasiones, poco digno.
Nació un 13 de enero de 1891 en el pueblo minero de Guadalupe, Zacatecas; ingresó a la compañía de Jesús en agosto de 1911, se ordenó sacerdote el 30 de agosto de 1925 y murió fusilado el 23 de noviembre de 1927. “El Padre Pro” fue uno de los protagonistas de mayor importancia de la “persecución religiosa” llevada a cabo en México por el presidente Plutarco Elías Calles de 1926 a 1931 y aún después.
¿Cómo era el Padre Pro?
Si tratáramos de señalar una característica del Padre Pro, saltaría a la vista su sentido del humor:
“Soy un zacatecano hablador, sinvergüenza, pelado guarachón que huele a pulque y escupe por el colmillo;… amigo de anarquistas, admirador de las borrachas, patrón de las verduleras, ídolo de las criadas greñudas y mitoteras… Las sirvientas me adoran, los borrachines me tutean, los vendedores me guiñan el ojo y la flor y nata de los pelados guarachones y matones me tienen por su amigo más campechano”
La Persecución
En 1926 la situación para la Iglesia en México era muy grave ya que entró en vigor la “Ley Calles”, se prohibía cualquier acto de culto exterior, aún en casas particulares. La persecución fue dura, tanto que el P. Pro fue encarcelado en la prisión militar de Santiago Tlatelolco bajo la sospecha de haber hecho propaganda religiosa escondida en globos lanzados al aire durante un desfile militar que presenciaba el presidente Calles. Fue liberado por falta de pruebas pero la persecución se recrudeció.
El Juicio
Tiempo después, el 13 de noviembre de 1927 ocurrió el atentado fallido contra el Presidente Álvaro Obregón: involucraron al Padre Pro. Al enterarse, el verdadero autor, Luis Segura, se presentó voluntariamente ante la Inspección de Policía para declarar la autoría del atentado. Con todo, no se le otorgó la libertad al P. Pro y sin juicio alguno fue mandado fusilar.
Así, el 27 de noviembre de 1927, a las 10 de la mañana, un policía gritó el nombre del Padre Pro a la puerta de la celda. Miguel Agustín salió, se encontró con un patio lleno de tropa y de invitados como un espectáculo, una multitud de personas, unos seis fotógrafos y varios miembros del cuerpo diplomático.
Miguel Agustín caminó sereno, y tuvo tiempo de oír a uno de sus aprehensores que le decía “Padre perdóneme” –No solo te perdono si no te doy las gracias- Le preguntaron su última voluntad: -Que me dejen rezar- Se hincó delante de todos, y con los brazos cruzados estuvo unos mementos en profundo recogimiento. Se levanto, abrió los brazos en cruz, pronunció claramente: “Viva Cristo Rey” y cayó al suelo para recibir luego el tiro de gracia.
Proceso de Beatificación
El pueblo no dudó darle el título de mártir al Padre Pro. Así lo reafirmó la multitud que se reunió para acompañar sus restos al cementerio. El 25 de septiembre de 1988, el Papa Juan Pablo II lo proclamó “Beato”, dándole el título de mártir, confirmando así la voz del pueblo católico. Los restos del P. Pro se veneran en la Parroquia de la Sagrada Familia (calle Puebla y Orizaba, Col. Roma a 2 cuadras del metro Insurgentes).
Ahí acuden muchos cristianos a recordar el ejemplo de vida del beato, a pedir por su intercesión y a agradecer sus innumerables favores.